¿Te ocurre que al vivir una misma experiencia con alguien de tu entorno y contrastarla, la percepción de la realidad se os hace diferente?
Como personas con una historia de vida moldeamos la realidad que percibimos a través de nuestro mapa mental y psicoemocional. Imagínate un prisma en el que incide la luz del sol, al atravesarlo, la luz se descompone en diferentes colores. Cada color es una manifestación de la misma luz original. Cada eneatipo sería algo así como cada uno de los colores, una distorsión de ese rayo de luz. En el eneagrama, ese prisma serían las pasiones y las fijaciones.
La fijación es la idea por la que pienso que la mejor manera de ver el mundo es la mía. Es el sostén cognitivo de la pasión dominante, la explicación que me doy para justificar la pasión.
La pasión es el impulso que expreso para recuperar el sentimiento de “ser” que he perdido. El origen es la defensa del dolor emocional que me ha causado la pérdida del contacto amoroso conmigo y el medio. Lo que cambia de unos a otros es la manera en que reaccionamos ante el dolor y cómo nos defendemos.
El carácter es la función defensiva que construimos ante ese dolor emocional y está estructurado con la pasión y fijación. Cada eneatipo tiene una pasión y fijación propia.
El eneatipo I tiene como fijación el perfeccionismo, que no es más que corregir la realidad para que se ajuste a su manera de verla. La pasión es la ira que es un estado interno que contrapone como piensan que deberían de ser y como se sienten que son. Un rencor hacia sí mismos que nace de la envidia de no poder ser espontáneos con los demás.
El eneatipo II tiene como fijación la adulación o falso amor. Tienen la vivencia de que tienen mucho amor que ofrecer encubriendo su propia necesidad. La pasión es el orgullo por el que engrandecen su propia imagen porque en el fondo consideran que no son dignos de amor.
El eneatipo III tiene como fijación el engaño: sustituyen sus propios deseos y emociones por los que deberían tener en función de la imagen que desean dar. La pasión es la vanidad: vivir a través de los ojos de los demás.
El eneatipo IV tiene como fijación la insatisfacción: dar intensidad al sufrimiento porque es lo que les da sensación de ser. La pasión es la envidia: doloroso sentimiento de carencia y ansia por aquello que les falta y suponen que los demás tienen.
El eneatipo V tiene como fijación el desapego patológico: preferencia por vivir con poco, minimizar sus necesidades y distanciarse de los demás. La pasión es la avaricia: incapacidad de darse y compartirse en cualquier aspecto.
El eneatipo VI tiene como fijación la acusación: defecto cognitivo desarrollado a causa del miedo y que justifica vivir el mundo como enemigo y en estado de alerta. La pasión es el miedo o la cobardía: miedo a manifestarse tal cual es, actitud de autoinhibición o temeraria por desconfiar en sus propias capacidades, confundir el valor con la valentía.
El eneatipo VII tiene como fijación la planificación: evadirse del contacto con la realidad para evitar la frustración del contacto con la misma. La imaginación reemplaza la acción. La pasión es la gula: deseo de incorporar cada vez más experiencias extraordinarias porque el presente les resulta insatisfactorio.
El eneatipo VIII tiene como fijación la venganza: derecho a imponer su justicia sin ninguna justificación. No hay bondad en el mundo, el inocente y el bondadoso son hipócritas. La pasión es la lujuria: pasión por el exceso y la intensidad a través del sexo y toda clase de estímulos sensoriales extremos para no percibir la angustia / soledad.
El eneatipo IX tiene como fijación el olvido de sí: permanecer inconsciente de su mundo interior y de sus necesidades reales conduciendo su atención hacia afuera satisfaciendo las necesidades del entorno. La pasión es la indolencia: cualidad de la pereza que dificulta saber en qué sentido moverse, de establecer sus prioridades.
El cuerpo humano es el soporte biológico a través del cual expresamos nuestras emociones. Su inhibición supone una rigidez en la musculatura que es la base para que siga manteniéndose reprimida. Para desarrollar su expresión o represión, el cuerpo se dispone en segmentos que se especializan en “sensar” y expresar determinado tipo de emociones.
Estas nueve maneras de “funcionar” guardan una estrecha relación con los caracteres descritos en el análisis bioenergético. Por ello, cada uno de los eneatipos presenta bloqueos energéticos característicos, que a nivel del cuerpo se manifiestan dando lugar a estructuras corporales que le son propias. El trabajo irá en la dirección de liberar las emociones contenidas en cada uno de los segmentos. Es decir, si desbloqueamos un segmento con el trabajo corporal es de esperar que aparezcan determinadas emociones.
En Bioenergética Barcelona intentamos profundizar en este camino. Para ello nos apoyamos en la comprensión del origen de la neurosis a través del análisis del carácter, la dinámica emocional que el eneagrama nos muestra, y la actitud que aporta la terapia Gestalt. El trabajo a través del cuerpo está soportado por tres pilares: el enraizamiento, la respiración y la vibración.
Si continuamos con el símil del experimento de Newton en el que la luz se descompone en colores, “este camino” sería el proceso en el que colocamos un segundo prisma de manera invertida, para que la luz blanca original vuelva a aparecer.
Autor: Txema Gorria, Analista de Bioenergética
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