Sentirse vivo
Es hijo del campo y conoce sus secretos, los mil ojos que te observan cuando das un paseo son visibles para él, y esa conexión le da la felicidad. También es hijo de El Hombre y la tierra. Félix Rodríguez de la Fuente despertó muchas vocaciones; en su caso pasión. Invirtió los ahorros de su vida en su primera película: Wildmed, el último bosque mediterráneo, y halló aliados, buenos amigos que no cobraron. La recompensa fue el aplauso de 50 millones de personas en todo el mundo. “A mí el dinero me da igual, me importa la naturaleza y sentirme vivo y feliz, y sin ella no lo soy”. Les envía su película a todos los colegios que se la piden e incluso corre él con los gastos.
Crecí en un pueblo de 250 habitantes llamado Las Vegas, me pasaba el día en el campo viendo y conviviendo con animales salvajes. Con 11 años me llevaron a un internado en Toledo.
Debió de ser duro…
En esa añoranza se forjó mi vocación como naturalista. Me consolaba en la biblioteca, donde me aprendí enciclopedias enteras sobre pájaros. Cuando volví al pueblo, a los 15 años, fundé la asociación de defensa de la naturaleza más grande de Castilla-La Mancha, Agrupación Naturalistas Esparvel, que significa gavilán.
¿Qué hizo cuando terminó la carrera?
Trabajé en la Consejería de Medio Ambiente de Sevilla, pero sentía que no hacía suficiente.
¿Huyó de la burocracia?
Sí, consideraba que la principal acción de conservación de la naturaleza de la historia de España había sido El hombre y la tierra. Esa serie de documentales cambió nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza y los animales.
Y decidió cambiar el despacho por la dirección de cine de naturaleza.
He realizado varios cortometrajes y dos largometrajes, el primero, Wildmed, el último bos que mediterráneo, sobre Sierra Morena.
Una de las películas españolas más vistas a nivel mundial.
La han visto más de 50 millones de personas en más de cien países.
¿Recuerda su primer encuentro con un animal salvaje?
Fue un topetazo con un aguilucho. Yo estaba detrás de un montículo, lo observaba, él volaba bajo, no lo veía, me levanté y casi chocamos. A diario durante meses fui en su búsqueda, aprendí la paciencia, observé todo tipo de animales, me empapé de los aromas del campo y desarrollé mis sentidos.
¿Qué le ha enseñado la naturaleza?
Es generosa y solidaria, nos lo ofrece todo: agua, comida, refugio… Pero nosotros nos hemos vuelto egoístas y posesivos. Contaminamos el agua, el mar de plástico, la tierra de herbicidas y metales pesados, una vorágine de destrucción.
¿Por qué el lobo?
Es un animal mítico de todo el hemisferio norte, incluso los pastores lo respetan y sienten simpatía por ellos.
Hay muchos que los quieren muertos.
Hay ganaderos que están perdiendo la conexión con su medio natural, se han vuelto urbanitas y ven al ganado como un producto. Leocadio, un pastor, me decía: “Cuando yo llegué a la sierra ya había lobos y cuando me vaya quiero que sigan ahí, este territorio es tan suyo como mío”. La coexistencia entre la ganadería extensiva y el lobo es útil para los ganaderos.
¿Útil?
Si no hay lobos, los herbívoros silvestres acaban con las plantas más sabrosas y nutritivas, es lo que ha ocurrido en las zonas de Sierra Morena. Donde hay lobos, los rebaños de herbívoros silvestres no pueden ser tan selectivos y comen lo que pillan.
¿Los rebaños trashumantes no acaban luego ellos con el pasto?
Las ovejas llegan en verano y las plantas ya han tenido tiempo de echar semillas que, además, se les pegan en la lana, de manera que las propias ovejas van resembrando. Esa combinación de lobos y ganadería trashumante hace que los pastizales sean más diversos y ricos.
Hay ganaderos en contra del lobo en toda Europa.
Como dejó de haber lobos en Europa los ganaderos no tenían la necesidad de tener un pastor de día, recoger el ganado por la noche y tener mastines de guarda, que es como siempre se ha gestionado este negocio.
¿Qué más hace por nosotros el lobo?
Controla las enfermedades del ganado doméstico matando a los animales salvajes enfermos que contaminan el agua y los prados. Ahora ha resurgido la peste porcina en los países del Este y está avanzando hacia la península Ibérica; el lobo es el único animal que puede controlar la expansión del jabalí. Hay que saber estas cosas.
Corren historias de personas que han hecho amistad con los lobos.
Yo conozco a Marcos Rodríguez Pantoja, el niño lobo en Sierra Morena, que vivió hasta los 18 años con una manada de lobos.
Cuénteme su historia.
Es triste. Marcos es discapacitado intelectual y sus padres lo vendieron a un cabrero. Vivían solos en el campo y el cabrero murió. Marcos quedó solo con 7 años y acabó viviendo con una manada de lobos. Aullaba como ellos.
Impactante.
Explica que espantaba a los ciervos hacia el lugar en el que estaban los lobos y luego se repartían la presa. Hay quien no se lo cree.
¿Y usted?
Sí, porque yo vivo en el campo y sé la relación que se puede llegar a establecer con animales salvajes. He trabajado mucho con linces: él te ve, tú a él no hasta que entiende que no eres un peligro.
¿Los lobos atacan a los humanos?
Si tuviera que hacer una lista de los cien animales más peligrosos de la península Ibérica el lobo no figuraría. Es más peligrosa una garrapata.
¿Por qué tienen tan mala fama?
La tradición oral de los cuentos se transmitía con los pastores trashumantes que se movían de norte a sur, como los idiomas, porque los cazadores recolectores seguían a los grandes rebaños. Son prejuicios culturales.
Autor: Ima Sanchís
Extraído de www.lavanguardia.com
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